Leopoldo Calvo Sotelo, expresidente de gobierno, era un hombre de estado, serio y con rigor. No era político al uso, no era el tipo de político al que estamos ahora acostumbrados.
Ha muerto un hombre de España, un defensor de España que, a pesar de estar últimamente alejado de la politica activa, en algunas ocasiones, ofreció su punto de vista sobre la realidad.
Sobre el desencuentro entre Zapatero y Rajoy, sobre todo en la última legislatura, decía no entender como en España el que representa a 11 millones de españoles no habla con el que representa a 10 millones o viceversa, según él deberían hablar "todos los días, cada tres días, todas las semanas , una vez al mes o no se cuándo, pero deben hablar".
Con esa visión, ha muerto un español.
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