miércoles, 12 de noviembre de 2008

La riqueza de los mayores

A decir verdad, cuando hablas con una persona mayor, seguro que algo aprendes de ella. También, a decir verdad, siempre me ha gustado tratar con personas mayores que yo, sus enseñanzas son incalculables y los aspectos a conocer y descubrir también son inmensos.
Los mayores poseen una cantidad de experiencias que muchos podrán entender como sus "batallitas", pero esas, no son más que realidades.
Hoy, por circunstancias de la vida he conversado con una mujer de 83 años. Hasta aquí, todo normal. Su conversación me fue enganchando, sin conocerla de nada encarriló un excelente monólogo interrumpido con alguna pregunta mía; lo mismo me hablaba de cordilleras, del paso del río Tajo, de "Crimen y Castigo" o de "Ana Karenina".
Tal sapiencia observé a medida que avanzaba en su disertación, que constantemente me hacía a mí mismo preguntas como ¿cómo sabrá esta mujer tanto?, ¿habrá estudiado? y mientras yo pensaba, ella continuaba.
Mantuve mi cuerpo sentado, me levanté y ella con su mirada seguía mis movimientos en la certeza de encontrarse feliz contando todo lo que sabía.
Ya no pude por menos y esas preguntas que internamente me hacía se las hice a ella y pregunté ¿usted ha estudiado?, me contestó que no, que leía mucho y que en todo lo que leía ponía corazón y razón. Entonces le pregunté: ¿por qué no estudió? y ante la obviedad de la respuesta me dije qué absurdo había sido, claro, menuda razón para no poder estudiar. Su respuesta fue "porque estalló la guerra y no puedo ser".
Cuántas personas por múltiples razones sus cualidades intelectuales no han sido descubiertas y qué bien podrían haber hecho a la sociedad.
Espero volver a verla, seguro que sí, y espero volver a oirla y escucharla.

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