jueves, 8 de abril de 2010

Ocho años y para casa

La indignación de los ciudadanos cuando conocemos casos de corrupción política hace que cada día, esa clase, (la política) goce de menos prestigio y consideración. Está claro que no todos "meten la mano", está claro que no todos piensan en "llenar la bolsa" pero los que lo hacen deterioran la actividad política y la confianza de los ciudadanos en sus representantes políticos.
La corrupción ensucia a todos, derecha e izquierda, ensucia al que tiene el poder hasta el punto de creerse dueño y amo de la cosa pública y hacer y deshacer a su antojo.
Vengo defendiendo que la permanencia en el tiempo en cargos públicos hacen a los que los obstentan creerse dioses inamovibles, pues tienen controlados los órganos del partido encargados de confeccionar las listas electorales y así se asegurán buenos puestos legislatura tras legislatura.
De ahí mi propuesta: no más de ocho años ocupando cargos públicos. Creo que todo lo que pasa de ese tiempo puede viciarse y las instituciones necesitan aires nuevos. No más de concejal a alcalde, dejo la alcaldía y soy diputado, director general, consejero, etc. Vamos, hacer de la política una profesión. Ocho años y a su trabajo, y si no lo tiene que lo busque, que así hay ahora varios millones de españoles. ¡Que sepan lo que es padecer!.

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